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viernes, 9 de mayo de 2014





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CONTENER LAS LUCES



Cuando el pueblo judío todo estuvo de pie bajo el monte Sinaí para recibir la Torá, experimentaron un milagro mayor que el éxodo de Egipto y las Diez Plagas y más maravilloso que la división del Mar Rojo. El milagro que ocurrió en el monte Sinaí fue la revelación de la luz de Dios al mundo. Sobre la salida de Egipto se nos enseña que "El rey de reyes, el Santo, bendito sea, se reveló y los redimió", en el mar "una sirvienta en el mar vio lo que los profetas no vieron". Pero sólo en el monte Sinaí todo el pueblo judío profetizó juntos "Todo el pueblo vio los sonidos."
Un milagro es una revelación de la energía Divina, que es susceptible de dispersarse ineficazmente si no es contenida. Los recipientes que pueden contener la energía Divina revelada a través de un milagro son los preceptos de Dios, las mitzvot de la Torá. De hecho vemos que cada milagro de la redención fue acompañado por un precepto: la plaga de los primogénitos de Egipto y el Éxodo fueron acompañados de las mitzvot de santificar la Luna Nueva y el sacrificio de Pesaj. Rashi, citando a los sabios afirma que la división del Mar Rojo fue acompañada por las mitzvot de Shabat, la vaca roja y varias otras leyes. Y lo más obvio, en la Revelación en el monte Sinaí recibimos los Diez Mandamientos, y posteriormente Moisés recibió la Torá, con sus 613 mitzvot.
Luces y recipientes
La relación entre la revelación Divina y los preceptos de la Torá se puede explicar utilizando el par básico de conceptos cabalísticos: luces y recipientes.
Como se mencionó anteriormente, un milagro revela la luz Divina, pero sin un recipiente que lo contenga la luz tiende a dispersarse. El recipiente reúne la tremenda energía liberada, la contiene y al integrarla en nuestra vida cotidiana permite que se transmita como una cuestión de observancia tradicional de generación en generación. Por lo tanto, en cada etapa de gran iluminación necesitamos los recipientes adecuados para contener la luz.
Siguiendo este razonamiento, los sabios dicen que para redimir al pueblo judío de Egipto Dios les dio el precepto del sacrificio de Pesaj y los hizo circuncidarse, de lo contrario la luz de la redención no hubiera sido integrada correctamente.
Una necesidad similar se presentó después de la separación del Mar Rojo y la exuberancia alcanzada por el pueblo con la Canción del Mar. Una vez que dejaron las costas del Mar Rojo, llegaron a Mará, donde no podían encontrar agua para beber. El nombre Mará que literalmente significa "amarga", no sólo describe el hecho de que la única agua que había era amarga, sino también la amargura psicológica que muchas veces acompaña a la depresión después de una experiencia estimulante. Cuando la energía que acompaña a una experiencia espiritual se dispersa y nos quedamos sólo con la monotonía cotidiana de la vida, podemos ser propensos a la depresión. Para aliviar la amargura que le sigue a esa experiencia y endulzarla, necesitamos más Torá y más mitzvot.
En el Monte Sinaí la revelación fue tan poderosa que el pueblo en el campamento no fue capaz de soportarlo. Tanto es así, que rogaron a Moisés: “Habla tú a nosotros y nosotros oiremos, pero que Dios no nos hable, para que no muramos.” De hecho, según los sabios “con cada precepto [que escucharon de Dios], sus almas se separaron [de sus cuerpos].” La gran luz espiritual desciende al mundo inmediatamente se dispersa, pero las mitzvot son un recipiente adecuado para preservar la gran luz de la Revelación en el monte Sinaí.
En cada generación cada judío debe sentir que él mismo fue redimido de Egipto. La luz revelada durante los grandes acontecimientos desde las Diez Plagas hasta la Entrega de la Torá se conserva en los recipientes de las mitzvot. Al cumplir las mitzvot lo largo de los siglos, generación tras generación, nuestros antepasados ​​se aseguraron que la gran luz de la revelación Divina que experimentaron entonces permanezca con nosotros hasta ahora.
613 velas y una gran luz
Otra forma de entender la relación entre las luces y los recipientes es verlos como el principio y los detalles. La luz revelada en el monte Sinai constituye el principio general, mientras que las 613 mitzvot son los innumerables detalles que sirven para contener la luz. "Porque la mitzvá es una vela y la Torá es luz." Cada precepto es una vela; un recipiente bien definido que puede contener la luz de la Torá.
Los muchos preceptos con todos sus detalles y requisitos precisos (todos escritos con letra tan pequeña en el Shulján Aruj) pueden parecer algo oscuro y separado de toda gran luz espiritual. De hecho, algunas personas en busca de la luz, de experiencias espirituales estimulante, les resulta difícil comprender por qué necesitamos las mitzvot. ¿Qué propósito tiene el vasto mundo de la halajá (ley judía), para qué sirve en nuestra búsqueda de la espiritualidad? ¿No es mejor experimentar la espiritualidad judía cantando canciones con amigos y tocar la guitarra? Esto es un error común. De hecho, aquí en este mundo necesitamos una gran cantidad de recipientes para contener las luces porque sólo el recipiente apropiado podrá ayudar a integrar cada luz.
En las palabras del Zohar, las 613 mitzvot son 613 "consejos". Así como el consejo práctico apropiado puede ayudar a un individuo en un momento de angustia, así también cada mitzvá es un recipiente que contiene la luz como ninguna otra mitzvá. Si quieres encontrar las luces que iluminan la realidad, simplemente calcula el valor de la palabra "luces" (אוֹרוֹת ) y encontrarás que es 613, el número exacto de las mitzvot de la Torá! Lo que significa que si estás buscando "luces" espirituales, el lugar para encontrarlos es en las 613 mitzvot de la Torá.
Tesoros oscuros
A pesar de todo lo que hemos explicado, los recipientes siguen apareciendo inferiores y más mundanos que las luces. La realidad de la rutina de la observancia de las mitzvot parece mucho menos emocionante que los fuegos artificiales espirituales que hemos experimentado en el Sinaí. No obstante, como habitamos una realidad física y la luz Divina es tan espiritual y celestial, necesitamos mitzvot prácticas que actúen como intermediarios para capturar esa luz, contenerla e integrarla.
Pero la dimensión interior de la Torá nos enseña que, de hecho, "el origen de los recipientes es superior al de las luces." Sorprendentemente, el recipiente que contiene la luz en realidad emana de un nivel más alto que la luz que contiene. Por encima y más allá de la luz Divina revelada durante el Éxodo y la Entrega de la Torá está la fuente mayor aun de los recipientes, que desde nuestro punto de vista físico parece absolutamente oscuro. Por lo tanto, en la Cábala se conoce como "la oscuridad suprema", no porque sea intrínsecamente oscura, sino debido a que no se puede percibir su estado iluminado. Y los recipientes a través de los cuales podemos integrar la luz, descienden a la realidad a partir de la oscuridad suprema.
Esto es exactamente a lo que se refiere la Torá con respecto a la experiencia en monte Sinaí. Mientras todo el pueblo estaba al pie de la montaña vieron las voces y las antorchas y oyeron la palabra de Dios -una increíble experiencia de la luz Divina- Moisés tuvo que entrar en el lugar de la oscuridad y bajar la Torá desde allí! El monte Sinaí estaba envuelto en "oscuridad, nube y niebla," tres pantallas una dentro de la otra, cada una progresivamente más oscura que la anterior. "Moisés se acercó a la niebla donde está Dios", y desde esa "nube espesa" recibimos las mitzvot.
En el libro de Ieshaiahu hay una expresión sorprendente que ilustra esta idea: "Y te daré los tesoros de la oscuridad y los escondites." Los mayores tesoros están escondidos en la oscuridad, como un rey que esconde su tesoro más preciado en un escondite secreto oscuro.
Los tesoros del alma
Cuando se considera el alma humana o la psiquis, los recipientes se manifiestan como las tres vestimentas a través de las cuales se expresa el alma; el pensamiento, la palabra y la acción. Las luces son los atributos del alma y las facultades esenciales de la personalidad en sí misma. También en este caso las vestimentas expresivas del alma (o recipientes) parecen mucho más inferiores que sus facultades esenciales. Sin embargo, aun así, las tres vestimentas descienden de la raíz inconciente más elevada del alma, las tres cabezas supra conscientes de la corona, como se explica en detalle en el jasidismo.
De este modo, los mayores tesoros Divinos están presentes en los recipientes, las mitzvot, que se practican con las vestiduras del alma: el pensamiento, la palabra y la acción. Esto significa que el recipiente que finalmente transmite la luz, aunque oscuro por naturaleza, no sólo está subordinado a la gran luz que está por encima suyo, sino en realidad expresa la "niebla donde está Dios", la misma oscuridad que está muy por encima de las luces. De hecho, la palabra "tesoros" (אוֹצָרוֹת ) se compone de la palabra "luces" (אוֹרוֹת ) con una letra tzadik adicional (צ ). El tzadik, el líder justo de la generación, que como Moisés no se conforma con las luces experimentadas durante los momentos de alegría espiritual, y entra más profundamente en el espesor de la nube para traer los "tesoros de las tinieblas", las 613 mitzvot. Estos son los 248 preceptos positivos y las 365 prohibiciones que observamos con nuestros 248 miembros y 365 tendones.


Del rabino Ginsburgh clase 13 Shevat 5773

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