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viernes, 10 de agosto de 2012

Tania clase 21

INSTITUTO GAL EINAI
La dimensión Interior
Disertante: Dr. Jaim Frim

Clase número 21

06 de mayo de 2010

Shalom alejem¡

Bienvenidos a Eretz Israel¡


Acabamos de escuchar el nigun del Baal Shem Tov cantado por el Rav Ginsburgh. El texto que figura en la kupá tzedaká: “Ten Tzedaká bejol Iom letzarez haGueuláh.” “Da Tzedaká todos los días para acelerar la redención.”
La Tzedaká es una mitzvá que puede hacerse las 24 horas del día, -salvo en Shabat o en Iom Tov-, días en los que no se toca el dinero.
La Tzedaká se acompaña con las siguientes palabras:
Grande es la Tzedaká que salva de la muerte, grande es la tzedaká que acerca la redención.”
Lejaim! Lejaim!


Bendito eres Tú nuestro Dios, rey del universo, que todo creó con Su palabra”
Esta bendición es muy adecuada al estudio que vamos a realizar a continuación. En la clase pasada vimos cómo a través de Su palabra, HaKadosh Baruj Hu creó todas las cosas que existen. Todas las palabras que están en la Torá en forma revelada y en forma oculta, están escritas en Lashon HaKodesh, la lengua con que Hakadosh Baruj Hu creó el universo:
  • cosas que todavía no han sido dichas.
  • cosas que HaKadosh Baruj Hu dice constantemente.
La Torá fue dicha por Hakadosh Baruch Hu en una sola vez, en un solo sonido que no todos podían comprender pues los oídos humanos no eran capaces de percibirlo. Luego, ese sonido fue desglosándose en los Diez Mandamientos.
En los Diez Mandamientos hay 613 letras. Cada una de ellas corresponde a uno de los preceptos. Posteriormente, los Sabios agregaron siete preceptos más. Hay quien dice que son los siete preceptos de rabanam, de los rabinos. Uno de esos preceptos es la bendición antes de ingerir los alimentos.
En la Torá está ordenado bendecir a Dios después de comer, como está escrito: Beajalta besabata uberajta et HaShem elokeja, “y comerás y te saciarás y bendecirás a HaShem tú Dios”, pero no está escrito que hay que bendecir antes de comer o beber. Todas las bendiciones que decimos antes de cumplir una mitzvá, antes de alimentarnos, son instrucciones de los jajamim, y fueron hechas de forma explicita hace dos mil años. Si embargo, la Torá, -escrita y oral, y su parte oculta- e incluso este libro del Tania, todo lo que está escrito, fue dicho en ese único grito en el Sinaí, y posteriormente transmitido hasta llegar a nuestros días.
Lo que estamos leyendo ahora, fue dicho a Moshé en distintos niveles de revelación, -más conscientes, menos conscientes- y fueron reveladas a través de todas las generaciones. Todas las (cada vez más grandes) revelaciones que hubo a través de los tiempos, tienen el propósito de iluminar la oscuridad del exilio que cada vez es más grande, más espesa, más insoportable... HaKadosh Baruj Hu es quien nos envía la parte oculta de la Torá que son las aguas frescas, el alimento para nuestra alma. Dijo Dios: “la Torá nueva de Mí va a salir”. Revelamos la nueva Torá revelando las distintas palabras y los distintos sentidos que tienen aquello que vamos estudiando.
La nueva Torá no es un nuevo testamento, ni cosa alguna escrita fuera del judaísmo ni de la ley de Moshé. La nueva Torá son nuevas revelaciones. Podría compararse con una persona que de repente ha rejuvenecido y ha hecho Teshuvá; se la ve como una persona nueva. Lo que ha cambiado es que ha revelado su alma dentro de sí mismo; pero no deja de ser la misma persona. Cuando la luz que está oculta dentro de cada uno de nosotros sale afuera, hace que se nos vea como personas nuevas; y así también ocurre con la Torá y con los actos que realizamos.
A veces nos dedicamos a actividades que con el tiempo van perdiendo su encanto, se van haciendo rutinarias. Sin embargo, las vemos como algo nuevo cuando descubrimos en ellas nuevos matices. Eso no significa que haya cambiado algo de lo que había antes, sino que se ha revelado lo que estaba oculto. A esto se refiere la frase “una Torá nueva saldrá de Mí”. El verdadero Mashiaj, la verdadera redención y la verdadera revelación de la voluntad y el placer de HaKadosh Baruj Hu, es ver cómo somos felices regocijándonos con Sus palabras, con Su creación. Éste Sháar HaIujd VeHaEmuná que estamos estudiando, es una meditación acerca de las cosas que vemos con nuestros ojos materiales que HaKadosh Baruj Hu creó. Al descubrir quién es el Creador y lo que hay dentro de cada cosa, las vemos como nuevas.
Muchas veces, los científicos tienen la sensación de novedad cuando hacen un descubrimiento. Por ejemplo, toman una piedra e indagan en el interior y van profundizando en los conocimientos. Se trata de una bella experiencia que viven aquellos elegidos que han estudiado ciencias y han podido hacer experimentos en laboratorios. Más tarde, cuando vuelven la mirada hacia el exterior, ven las cosas de una manera completamente diferente.
En otro orden de cosas, aunque en la clase anterior ya nos dedicamos a ver la sabiduría de la combinación de las letras, hoy continuaremos profundizando en esta clase. Sin embargo, quiero ir avanzando el estudio del libro de Tania para que lo vayan percibiendo de una manera más concreta y profunda.
Todo lo que estuvimos leyendo hasta ahora tiene que ver con las noticias que recibimos del mundo acerca de las personas que quieren apropiarse de la Torá, y quieren ser representantes de Dios en la tierra, de manera, -podríamos decir-, “ilícita”. Evidentemente, Dios creó un mundo y puso al hombre para que lo cuidara y lo refinara. El hombre tiene ideas porque Dios lo dotó con la inquietud de descubrir, de meditar, de pensar, de indagar, de viajar, de buscar cosas nuevas.
Espero que nuestras clases les sirvan como inspiración y los ayude a desinstalarse de la costumbre. Cuando se sale de la rutina, se repara en las novedades y se restablece el acto de pensar. Pueden surgir ideas correctas o incorrectas porque lo bueno y lo malo están mezclados en este mundo y la gente no sabe exactamente cuál es el camino correcto; sin embargo, éste es el encanto de nuestro mundo porque a diferencia de los mundos superiores, en estos no existe ninguna incertidumbre; la incertidumbre tampoco existe en el reino animal ni vegetal. Los seres humanos tienen una infinidad de direcciones qué eligir, y actuarán en la vida de acuerdo a la intuición y al razonamiento individual. No obstante, una mente no refinada puede llevar a la duda, y en general, a tomar decisiones equivocadas.
  • De lo anteriormente dicho se desprende que, aquello que se dice y se quiere realizar, debe contrastarse con las instrucciones que HaKadosh Baruj Hu dio para que los enviados culminen la tarea encomendada.
Sheliaj: Hay muchas acepciones para traducir esta palabra. Por ejemplo, un ángel es un sheliaj y el que cumple una misión es un misionero. No tiene nada de malo ser un enviado, un misionero o un mesiánico- pero todos estos adjetivos se están utilizando con un sentido incorrecto en nuestra época. Vivimos en un mundo en donde la mentira se repite tanto que adquiere el valor de verdad, especialmente cuando se utilizan términos de la Torá para referirse a algo contrario a ella. Para quitarles (a los términos) ese tinte idólatra o “extraño” con que se han ido tiñendo durante todos estos miles de años del exilio, nos gusta utilizar palabras hebreas para definir determinados conceptos.
Está prohibido pensar o decir según qué palabras cuando se enseñan las cosas sagradas. Por ejemplo, cuando a un niño se le enseña a ponerse los tefilim תפילין . Los tefilim de la cabeza son una caja cuadrada con una base y unas tiras de cuero. Dentro de la caja hay pergaminos de cuero de vaca o de otros animales kasher, llamados klaf en hebreo, que son tratados de tal manera que puede escribirse sobre ellos. Tienen mucha resistencia al tiempo y una calidad especial. Se utilizan para escribir palabras de Torá. Los judíos nos ponemos los tefilim (filacterias en español) en la frente y sobre el brazo.
Cuando alguien no sabe cómo ponerse los tefilim, se le muestra cómo hay que hacerlo y cómo no. A veces, se toma el nudo de cuero y se dejan colgando, y se dice que “eso no hay que hacerlo”. Podemos ver este sistema de enseñanza en la parashá shmini. Allí se nos enseña cuáles son los animales kasher, las señales de las bestias y los pescados, y también, a fin de evitar dudas cuáles son los animales que no kasher.
En la misma línea de explicación, la Torá también contempla dos aspectos: los preceptos positivos y los preceptos negativos. Aparentemente, sería suficiente referirnos a los preceptos positivos, pero está escrito: “Aléjate del mal y haz el bien”. Hay que hablar de lo que no se debe hacer, y por eso nos referimos a estas palabras.
La palabra “cristo” en griego significa Mashiaj. Mashiaj viene de la palabra meshijá, leamishij que significa “ungir” a los reyes del pueblo de Israel. Mashiaj es un rey porque el profeta toma el aceite de un cuerno y lo vuelca sobre la cabeza de aquél. Eso se llama shemen hameshijá,- el aceite de la unción-. No significa que cualquiera que sea ungido con aceite es Mashiaj, ni que todo el que tiene un cuerno de aceite en su mano tiene la autorización para ungir. Todas las leyes están escritas en la Torá. Diariamente, tenemos que contrastar las actividades que hacemos con las instrucciones que nos han sido dadas para realizar nuestro trabajo en el mundo. Aunque no entendamos el porqué, si los jajamim indicaron que no debemos realizar algo, es debido a un motivo cierto y justificado, y no sólo para protegernos a nosotros sino también para proteger la palabra de Dios. Lamentablemente, los jajamim son denigrados en ocasiones y algunas personas dicen que los preceptos son inventos; dicen que el Talmud, la Guemará, Shuljan Aruj donde están escritos todas las leyes son una invención de la mente humana. Sin embargo, hay una mitzvá positiva en la que se ordena a los sabios de la Torá que la cerquen. Dentro de los 613 preceptos hay una serie de reglas y medidas que no están escritas en forma literal pero que son puestas con el samjut, -con la autorización de la Torá-, y que dicen “haz un cerco a la Torá”.
Cuando uno transgrede uno de los preceptos, bien sea positivo o negativo, es considerado culpable y debe de ser castigado con el grado de castigo que corresponda al tipo de transgresión. En cualquier caso, transgredir un precepto de la Torá, además de ser una transgresión física, produce un alejamiento de la persona de su fuente espiritual, de esa fuente que es el origen de su shlijut, de su cometido aquí en la tierra. El transgresor pierde su vitalidad al alejarse de la fuente y empieza a perder la bendición que lo provee de lo necesario para cumplir su cometido. Incluso, puede darse el caso que la separación venga desde sus antepasados. La persona necesita volver en Teshuvá para reparar todos los actos que le impiden su conexión con su origen y para volver a un estado de pureza original.
Los jajamim en su sabiduría establecieron un cerco para evitar que las personas transgredan determinadas órdenes y leyes de la Torá. Se trata de una protección que corresponde a leyes extras que se llaman “leyes de rabanam”, -las leyes de los sabios-. Los sabios nos explican cómo se cumple cada precepto, y agregan otras cuestiones para que no caigamos dentro de un pozo. A modo de analogía podemos mencionar a la persona que está construyendo algo o que tiene posesiones preciadas; ella forma un cerco en rededor para que aquello no sea robado o para que la gente no se acerque a su propiedad. Por otro lado, imaginémonos a alguien que excede un poco el límite de velocidad; a simple vista no parece tan malo. Sabemos que dentro de la recomendación está convenido que el auto puede ser dominado por el conductor hasta cierta velocidad; en cambio, una vez superada ésta, es más difícil que ante cualquier contratiempo el conductor pueda hacerse con el control del vehículo. Esto último tendría como consecuencia, ocasionar un accidente que podría herir al propio conductor pero también, a otras personas. La prevención, en estos casos significarían hacer un cerco para proteger. Estos cercos que nos ponen los jajamim sumados a los preceptos que están escritos en la Halajá, son ordenados directamente por HaKadosh Baruj Hu quien dio fuerza a los Sabios para que nos indicaran cómo conducirnos por la vida; como está escrito en Pirkei Avot que:”Moshe recibió la Torá en Sinaí y se la paso a Iehoshua, y a los sabios, y a los profetas, a los hombres de la Gran Asamblea y así hasta nuestros días”.
Para saber si lo que estamos haciendo es correcto, debemos estar en contacto con los jajamim que siguen la tradición directa de Moshé. Los jajamim a los que hacemos mención, no tuvieron nunca la tentación de seguir su propio razonamiento, por más que aparentemente priorizar el razonamiento propio pudiera parecer algo correcto. El solo hecho de inventar algo que no tenga su base en la Torá, aunque sea algo que aparentemente parezca bueno, seguramente tiene la raíz en el Ietzer Hará y en la impureza, porque sencillamente, todas las cosas buenas que hay en este mundo están escritas en la Torá.


Como yo, muchas personas vienen de caminos un poco alejados de la Torá; entonces, debemos tener en cuenta todo lo que ya hemos explicado. A medida que se va avanzando en el estudio de la Torá y nos vamos instruyendo en la conducta de los verdaderos jajamim, vemos que tienen razón.
Continuamos estudiando el capítulo primero del Sháar HaIjud VeHaEmuná, vamos a agregar algún que otro comentario.
Ahora bien, aunque el nombre éven {אבן}(“piedra”) no es mencionado en las Diez Aserciones registradas en la Torá.



Habíamos dicho que este capítulo comienza con un Parsuk de la Torá que dice:
Sabe este día y llévalo en tú corazón, que Dios (Havaia) es el [poderoso y justo] Señor (Elokim) en los cielos arriba y sobre la tierra abajo; no hay otro”



Esto necesita una explicación, ¿cómo puede ser que a alguien se le ocurra que arriba en los cielos y abajo en la tierra pueda haber otro que no sea HaKadosh Baruj Hu?
Todo fue hecho por la palabra de Dios, y no sólo hizo todas las cosas, sino que constantemente Las está haciendo. En castellano no hay un verbo que describa que “alguien” le haga ser a “alguien” porque la persona “es”. Se trata de una limitación del lenguaje debido a que el castellano carece de esa parte de la Lengua Sagrada que es hacer “ser”. En castellano diríamos hacer, pero sólo referido a las cosas materiales. Sin embargo, Dios hace ser, hace existir todas las cosas constantemente, a tal punto que en realidad todo lo que existe es también parte de Él. A pesar de que nos sintamos entidades separadas de la divinidad, que nos percibamos separados del prójimo y del resto de la naturaleza, somos en realidad un reflejo o resplandor, una pequeña chispa de una llama general de la luz infinita y de la esencia de Dios.
sin embargo, fuerza vital fluye a la piedra [desde ellas] por intermedio de combinaciones y sustituciones de [sus] letras
De la combinación de las esas letras, se crean todas las demás.
Si decimos que todas las palabras, todas las combinaciones de letras provienen de las Diez Aserciones, en éstas tendrían que estar incluidas las 22 letras del alefbet. Sin embargo, no es así. En esos seis días de la creación hay 21 letras. La letra samej no existe.
Como norma general, la Cabalá se refiere al proceso siguiente al tzimtzum, y el Jasidut, el nivel en que nos encontramos nosotros que es la revelación de la revelación de la Torá, es el aceite del aceite, es un nivel de refinamiento muy especial. El aceite de oliva que se utiliza en la menoráh, en la lámpara del Beit HaMikdash, es un concepto de refinamiento, tiene que tener una pureza muy especial, y es utilizado con cuentagotas.
En general, hay cuatro tipos de alimentos:
  • Uno es el nivel de lejem, -pan-, que se refiere a todos los alimentos en general.
  • El segundo es el nivel del agua.
  • El tercero es el nivel de aceite común.
  • El cuarto es el nivel del aceite super-refinado.
La palabra escrita de la Torá es comparada con el pan, por eso está escrito “no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios”. Esta frase fue utilizada por otras religiones, pero es un versículo de la Torá escrita. El pan es comparado con la parte revelada de la Torá, y el agua – es el otro nivel superior de revelación- pero sin estar todavía dentro de los secretos ocultos, es la parte que se puede inferir. Luego viene el aceite que se llama razim, la parte secreta tal cual es la Cabalá; y después viene razim de razim, los secretos de los secretos, el aceite super-refinado que es el aceite de esa vasija que los cohanim encontraron en Januká. Ese aceite no fue impurificado por los griegos y con él empezó a prender la menoráh [del Templo]. El aceite super-refinado es el Jasidut; es la parte más oculta y se refiere a todos los secretos que sucedieron antes de la contracción inicial; se refiere a la luz infinita y a la esencia de Dios.
Las 21 letras (falta la samej) que hay en los primeros seis días de la creación se combinan, y es en la segunda parte del relato de la creación que es maasé merkabá, que se utilizan de nuevo las 21 letras pero en este caso incluyendo la samej y omitiendo la ayin. Estos dos secretos de “la creación de todas las cosas” se completa cuando se juntan el “maasé bereshit” y el “maasé merkabá”a través de la combinación de letras, el secreto con el secreto de los secretos: Cabalá y Jasidut. Se puede decir, que a fecha de hoy hay gente que todavía no entiende la Cabalá verdadera.
Hoy hablé con una pareja israelita que vinieron a consultar unos temas. Son personas que no están en contacto con la Torá, pero que conocen las ciencias orientales, acupuntura, etc. y les dije que enseñaba Cabalá por internet; me preguntaron que cómo era eso, que si no me dedicaba a la Torá. En Israel también hay bastante confusión en relación a la Cabalá. Tanto la Cabalá como el Jasidut son parte integral de la Torá. Cuando se despegan o desvinculan de la Torá y de todas sus partes, pierden la vitalidad y se desvanece en ellas ese resplandor, esa luz que necesitamos en nuestros días para poder seguir trabajando sin confusiones y seguir haciendo lo que corresponde.
La combinación en dos lugares de las 22 letras del alefbet produce 231 portones
doscientos treinta y un portones”, sean en orden directo o inverso,
Cada portón es alef-bet, alef-gimel, y así la combinatoria de todas las letras. Y así como hay alef-bet, hay bet-alef, como se explica en el Sefer Ietzirá.
Tengo la impresión de que si hacemos un curso sobre Sefer Ietzirá descubrirán cosas muy interesantes.
Los jajamim pusieron muchas restricciones para enseñar Torá a los no judíos. Cada uno tiene que estudiar lo que le fue ordenado, es decir, aquello que necesita para cumplir su cometido en este mundo. El Rebe de Lubavitch y a continuación, el Rav Ginsburgh, explicaron cómo hay que enseñar mediante el Jasidut. Aclaramos especialmente que, hay cosas que son para los judíos y otras que no. Sin embargo, toda la enseñanza es apta para todas las personas, es más, no sólo apta, sino casi obligatoria para toda la humanidad de nuestra época. Esperamos que cualquier persona, al margen de la condición de judío o no, se acerque y estudie con nosotros todos los temas que proponemos.
Los jajamim se cuidaron mucho de limitar la enseñanza por temor a los efectos negativos que ésta podría producir en la mente de aquellas personas no preparadas; se podría dar pie a malas interpretaciones, generando conceptos equivocados en las cabezas propias. A pesar de estas medidas, durante miles de años se crearon religiones que llevaron esas enseñanzas sesgadas y adulteradas a todo el mundo, y que evidentemente, más que refinamiento produjeron confusión.
Lo que nos debe quedar claro es lo que  corresponde hacer a cada persona. La Cabalá y el Jasidut, tienen que ser estudiados incluso antes de nacer. Cuando la madre está embarazada tiene que estudiar Jasidut y Cabalá y tratar de que ese sentimiento, esa inspiración que ella recibe llegue a su hijo que tiene adentro; entonces, no hay restricciones de edad. La restricción no es par la persona que recibe la enseñanza; simplemente se trata de que, quien brinde la enseñanza conozca las restricciones que debe aplicar cuando transmita los conocimientos para que el receptor la reciba como alimento, información, enseñanza útil sin desviarlo del camino.
En realidad, todos los países están dispuestos a ser felices, a compartir la riqueza, a vivir en paz, en democracia,- democracia es una palabra que no me gusta mucho-pero vivir respetando el derecho y la voluntad del otro. Evidentemente, los gobernantes que tenemos no están aptos para administrar el mundo; ocurre lo mismo con la Cabalá. El problema de la Cabalá no es la gente que a ella se acerca con inocencia y buena intención, con ganas de conectarse con Dios, sino las personas que la transmiten, la forma en que se estudia y los contenidos que se enseñan.
Nuestro trabajo en esta generación es preparar a la gente para recibir al Mashiaj y como dice el Rebepara recibir al Mashiaj, la llegada de la redención, no hace falta más que abrir los ojos”. Siempre volvemos al comienzo.
Al principio de la clase decíamos que la Torá nueva es descubrir las cosas inéditas que hay dentro de lo que ya existe. Por eso está escrito: “No hay nada nuevo bajo el sol”. Bajo el sol está la creación, todo lo que Dios creó en este mundo. Sin embargo, hay cosas nuevas por encima del sol. Ésta es una interpretación jasídica de un dicho de Shlomó HaMelej del Mishle, -Proverbios-. Más allá de las cosas materiales que vemos, hay mundos y revelaciones que en esencia están incluidos dentro de nosotros, y a eso se refiere ir más allá del sol, más allá de lo que está revelado bajo la luz del sol. Pero también hay cosas que están oscuras, traducidas como pensamientos confusos o estupidez, como la luz que viene de la oscuridad; ahí es donde vemos una ventaja de la sabiduría frente a la intelectualidad. La luz es comparada con la sabiduría que proviene de la esencia de Dios, y el intelecto está comparado con la oscuridad.
El intelecto está conformado por los tres niveles del pensamiento, jojmá, biná y dáat, -sabiduría, entendimiento y comprensión-, y el camino de Jabad es refinar y revelar los secretos de la Torá a través de la mente. Cuando el intelecto es utilizado para elementos que no tienen que ver con la Torá, se manifiesta la estupidez, pero cuando el intelecto está conectado con la verdadera sabiduría de Dios, la revelación que obtenemos del inconsciente, del keter, de la parte espiritual, proviene de la oscuridad, de esa oscuridad que es el origen de la luz.
Lejaim! lejaim!

Y así es en todas las cosas creadas en el mundo.
Los nombres [de todas las criaturas] en la Lengua Santa son las mismísimas letras del habla que descienden de grado en grado, de las Diez Aserciones registradas en la Torá, por intermedio de sustituciones y transposiciones de letras a través de los “doscientos treinta y un portones”, hasta que alcanzan una particular cosa creada y se invisten en ella, dándole, de ese modo, vida.
El significado de la palabra “descender” a veces no es entendido de forma correcta. En hebreo se dice hamshajáh, המשכה, significa que proviene de la esencia de Dios, de la luz infinita y que va descendiendo. Esa luz se va contrayendo e invistiendo en recipientes cada vez más opacos, más gruesos, y va disminuyendo la luz que hay en el interior de ellos. La vitalidad siempre tiene que estar adentro. Incluso en lo más malvado que existe en el mundo, hay una pizca de verdad, una palabra, un punto verdadero que le da la fuerza para existir.
Hamshajáh, quiere decir leamshij, -continuar-; como ya mencionamos anteriormente, continuar la tradición, continuar algo desde un origen de tal manera que no se distorsione en el camino, la vitalidad que HaKadosh Baruj Hu transmite a las cosas desde Su esencia, que llamamos “hablar”. “Bereshit bará Elokim, bereshit, בראשית,” comienza con las letras bet, resh alef que quiere decir “crear”. En castellano se dice “crear” y el verbo, ברא, bará, en infinitivo libró,ליברא, les recordará al sustantivo “libro” en castellano. Curiosamente al pueblo judío se lo conoce como “el pueblo del libro”. Suponemos que nos denominan así porque sabemos escribir muchos libros; pero en realidad “el libro” se refiere a la Torá, el libro con que HaKadosh Baruj Hu bará, es decir, creó todas las cosas que existen.
Cada palabra que leemos en Jasidut, tiene muchas enseñanzas y niveles de interpretación, y cada vez que la releamos, emergerán de ella nuevos significados que se conectaran con los anteriores. Lo más milagroso de este tema, es que por más que agreguemos significados y enseñanzas en distintos niveles y de distintos orígenes, al final todo se concentra en lo mismo, todo se reconcilia armando un rompecabezas donde cada una de las partes tiene su lugar.
[Este descenso es necesario] porque las criaturas individuales no pueden recibir la fuerza vital directamente de las Diez Aserciones de la Torá mismas, pues la fuerza vital que emana directamente de ellas es mucho mayor que la capacidad de las criaturas individuales.
Ellas pueden recibir la fuerza vital sólo cuando esta desciende y es disminuida progresivamente,
Creo que dimos una clase sobre la fotosíntesis, en biología, conectada con la sefirá de biná.
La fotosíntesis es una parábola de cómo la luz infinita de Dios se inviste en este mundo. La fotosíntesis es el secreto de la vida en este planeta. El sol se inviste en la hoja y la energía del sol, la luz que en este caso está representada por las partículas que se llaman fotones, ingresan en la planta. La luz es captada por una molécula que se llama clorofila, situada especialmente en las hojas verdes; todo lo que se verde en la naturaleza es clorofila. La clorofila está dentro de las células vegetales y capta los fotones transformándolos en energía química.
Esto es para explicar determinados conceptos importantes a dominar como es hitlabshut, התלבשות, algo que se inviste dentro de otra cosa, como el alma se inviste dentro del cuerpo.
Esa clorofila hace que el dióxido de carbono, CO2, -Carbono con número atómico 6, y el oxígeno que tiene número atómico 8, (como son dos 1os oxígenos es 16); la suma del carbono más el oxígeno es, 22. Esto es lo que absorben las plantas pero debemos agregarle el agua H2O, -el hidrógeno de número atómico 1, que son 1 x 2 = 2 más 8 del oxígeno es, 10.
  • 22 + 10 = 32
En el Sefer Ietzirá está escrito que HaKadosh Baruj Hu creó todas las cosas a través del alefbet netivot jojmá, 32 senderos de sabiduría, y el Arizal explica que esos 32 senderos son las 22 letras del alefbet y las 10 sefirot.
La luz del sol no puede crear comida directamente, pero se inviste en la clorofila tras viajar a través de 10 millones de kilómetros. Ésta es la fórmula general a pesar de que participan otras enzimas, etc.… la fotosíntesis une estas moléculas de dióxido de carbono y de agua para formar una molécula, C6H12O6, más una molécula de oxígeno O2. El oxígeno que respiramos proviene en su totalidad de este proceso, un total de 26 átomos, y esto significa que para igualar la ecuación necesitamos 6 moléculas de CO2 y 6 de H2O.
6CO2 + 6H2O = C6H12O6 + O2
No sólo nos da el alimento sino que nos da también el aire.


Esta molécula, C6H12O6, que resulta es la glucosa.
Dentro de las moléculas orgánicas derivadas del carbono más del 95% son glucosa; la forma geométrica de los enlaces de glucosa es un hexágono. Esto tiene que ver con el secreto del hexágono del Maguen David.
Cuando nos alimentamos absorbemos glucosa, y en nuestro cuerpo se produce la reacción contraria. Lo combinamos con oxígeno, -combustión-, que produce calor y proviene de la esencia del sol en lo alto. Al romper estas moléculas se desprende la energía y se transforma en energía electroquímica que hace mover nuestro organismo. Todo lo que sucede en nuestro cuerpo es un intercambio de energía, de esa energía que vino inicialmente del sol. La ciencia escribió libros explicando estos procesos que llamamos hamshajáh hitlabshut, una continuación de la luz que viene de arriba que va produciendo procesos invistiéndose dentro de las cosas materiales.
Por eso en el Tania, trae un Parsuk que dice shemesh umagen havaia Elokim, así como el sol tiene su escudo, Elokim (la naturaleza) es el escudo del sol; y a continuación trae la parábola de cómo la luz del sol sale del sol para investirse y crear los mundos. La luz infinita de Dios crea todas las cosas creadas y les da vida constantemente.
Está escrito: “Nichnas yain, yatza sod” “Entra el vino y sale el secreto”. Sod es secreto, y el secreto que sale de la boca cuando comemos y tomamos hidratos de carbono: lamed bet metivot jojmá????, los 32 senderos.
Haciendo el recuento de la molécula de glucosa que es 96. 96 es 70 + 26, observamos que ese valor coincide con la guematria de la palabra sod Havaiá (sod = secreto). Dentro de la molécula de glucosa está encerrado el secreto de Dios -el secreto de Dios para temerlo y para aquellos que Lo temen-, de lo que se desprende que los temerosos de Dios son capaces de recibir el secreto de Dios; especialmente el secreto de esa luz infinita que se inviste a través de todos los mundos descendiendo por las diez sefirot, y que se invisten en las letras para crear todas las cosas que existen.
Si se hace lejaim con agua, se hace lejaim con las diez sefirot, ya que el agua son 8+2=10; si se hace un lejaim con vodka que es agua (valor atómico 10) con alcohol (valor atómico 26 C2H6O), inferimos que lejaim son las diez sefirot junto a Havaia, es decir, al hacer un lejaim se ingiere divinidad.  Lejaim! lejaim!
Cuando el alcohol sube al cerebro, se eliminan las facultades racionales y los secretos de la Torá empiezan a vislumbrarse. La influencia del mundo material va desapareciendo y los secretos del interior, del alma, comienzan a desvelarse. Cuando la persona ingiere alcohol, su organismo lo descompone en sus componentes iniciales. Los valores 22 y 10 salen por la boca al exhalar el aire que previamente se inhala al respirar; entonces, “cuando entra el vino sale el secreto”. Por supuesto es una parábola. En realidad, cuando una persona se emborracha de la sabiduría de la Torá, no necesita tomar alcohol, simplemente, entra en un estado natural donde las cosas de este mundo quedan diluidas.
Pero continuando con nuestra parábola basada en los procesos químicos, podemos preguntarnos, ¿de dónde viene este alcohol? ¿Alguna vez hicieron jugo de uva o fermentaron trigo o algún hidrato de carbono para hacer una bebida alcohólica?
Baruj HaShem, ¡qué HaKadosh Baruj Hu nos cuide y podamos tomar alguna medida necesaria! Hay mucha gente enferma por esto.
Las levaduras también transforman el azúcar en alcohol y ese alcohol provine, por tanto, del azúcar. El azúcar es 96, si restamos 70 que es el secreto, se consigue obtener el secreto de Dios. Hoy sólo quiero calentarles un poco el corazón y la mente. Hay cualidades sentimentales en el corazón y esas cualidades están investidas en la mente. Cuando las cualidades del corazón se despiertan sin el control de las cualidades de la mente, son los instintos manejados por el Ietzer Hará; pero cuando se combinan con los sentimientos de la mente, -amor, bondad, temor-, y están dirigidos a HaKadosh Baruj Hu, se transmiten a los sentimientos y éstos también trabajan.
El amor y el temor, son dos sentimientos opuestos; son las cualidades internas de dos sefirot que se llaman jesed y guevurá, -bondad y rigor-. Jesed es la parte derecha del árbol de la vida. El amor es la cualidad interior de jesed, de modo que cuando se hace un acto de bondad, se está demostrando el amor que uno tiene en el interior, amor que viene de su inclinación al bien. Está escrito que HaKadosh Baruj Hu es todo bueno, y de Su bondad se produce el jesed, siendo ahava, אהבה la cualidad interna (estado espiritual) de jesed. En la parte izquierda está la guevurá, גבורה, que es el rigor, cuya cualidad interior es la iráh, יראה, el temor. Ambas son cualidades opuestas pero necesarias para poder conectarnos a Dios. Ahava veIráh: si la persona que no tiene iráh, no tiene el temor a Dios, tampoco puede tener ahavá. Tanto jesed como ahavá vienen de la cualidad infinita del bien que hay inherente en Dios, pero también gevurá viene del bien. El jesed está interincluido, lo que en Cabalá se llama hitkalelut, היתכלות, que es el secreto de la sefirat HaOmer, es decir, que cada una de las sefirot está interincluida con todas las demás sefirot.
  • Cada una de las sefiras tiene dentro de sí una combinación de todas las demás sefirot. Cuando las dos sefiras -guevurá y jesed- funcionan juntas, hay un verdadero amor y un verdadero temor.

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